viernes, 14 de marzo de 2014

No quiero ser la amante!


Me gustaba cuando las páginas de El Espectador servían para hacer el amor, tenía un amigo periodista que me enviaba sendos mensajes en clave con los colaboradores. Algunas veces aparecía él mismo haciéndose pasar por entrevistado y sosteníamos largas charlas, yo enviándole pequeños mensajes de texto a su celular y el contestando las preguntas con el personaje del día. Pero eso se acabó y no volvimos a tener contacto, al parecer lo cambiaron de dependencia, debieron ascenderlo porque se convirtió en el mejor escritor de columnas del periódico. Hoy, escribo estas palabras para ver si hacemos al revés y es él quien de cuando en vez me echa una llamadita al celular. Por esa época, cambiaron de formato, ahora El Espectador tendría cuatro grandes secciones, opinión, economía, deportes y entretenimiento, y en la sala de redacción todos vivían enamorados como por un efecto dominó de nuestra curiosa relación. Me había enamorado de un columnista y su amor retumbó por todos los pasillos de la publicación, ahora eran montones de columnistas seduciéndome solo a mí, así de especial me sentía. Y todos hacían sus preguntas y ampliaban la vertiginosa conversación. El día en que me enteré que yo era el personaje del año dejé de leer El Espectador, ya era muy sospechoso encontrar periodistas hasta en la droguería del barrio siguiéndome la noticia. Pero era un personaje reconocido pero camuflado entre los subtextos de los artículos. Lo cierto es que me cansé, por qué, señor periodista, me mira usted con sonrisa socarrona, como quien esconde un valioso secreto de amor a punto de decirlo, y me deja escondida en el transfondo del escritorio de su computador? Si yo quiero ser reconocida, no como la amante que fui, sino como la personalidad que soy. Me va a tocar a mí, excelente oportunidad la que nos brinda El Espectador a los nuevos talentos de las columnas de opinión.  



Luca Luciano




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