No he escrito una opinión sobre
el cine, lo cierto es que no creo tener argumentos que le hagan honor a la
técnica y hace rato que no entro a una sala de cine, opino que las entradas
están muy costosas y que los amigos me han dejado sola, ya no tengo con quién
ir a ninguna parte.
Pero en mi niñez y adolescencia
fui muy afecta al cine, salíamos todos los domingos con mis amigas del barrio
al Teatro Arlequín, todas emperifolladas para asistir al ritual. El atuendo
incluía sombrilla por si llovía, el teatro estaba lleno de goteras. A los 10
años hacíamos lo posible para entrar a las películas de 12 años y nos
entaconábamos y maquillábamos. Al final, un par de medias para llenar el
acostumbrador. Ninguna de nosotras previó que el taquillero y el portero eran los
mismos por lo menos en los últimos 4 años. Nosotras nos sentíamos cubiertas y
siempre nos dejaban entrar.
Siempre me gustaron las películas
musicales, al salir queríamos bailar a lo Flashdance o como lo hacían en
Breakdance. Incluso compramos las sudaderas y nos reuníamos en la casa de un
amigo a practicar la serpiente. Y es que los musicales tienen su encanto en
todos sus formatos, Chicago tiene una coreografía sensacional, Saturday Nigth
Fever, Dirty Dancing y en teatro Cats es
una delicia, más que por su historia, que generalmente es sencilla, no son
guiones muy complejos, por su banda sonora y el montaje de las secuencias
cantados y/o bailadas.
Me gustaría que en Colombia se
produjeran más películas y puestas en escena de teatro musical a precios asequibles
para el espectador. Esperemos a ver qué propuesta trae Delirio y si al fin
despega el género en nuestro país. Además siempre quise producirlas, vamos a
ver si desempolvo un par de libretos.
Luca Luciano
@zafarytv
No hay comentarios:
Publicar un comentario