martes, 18 de marzo de 2014

Música para mis oídos.


No he escrito una opinión sobre el cine, lo cierto es que no creo tener argumentos que le hagan honor a la técnica y hace rato que no entro a una sala de cine, opino que las entradas están muy costosas y que los amigos me han dejado sola, ya no tengo con quién ir a ninguna parte.

Pero en mi niñez y adolescencia fui muy afecta al cine, salíamos todos los domingos con mis amigas del barrio al Teatro Arlequín, todas emperifolladas para asistir al ritual. El atuendo incluía sombrilla por si llovía, el teatro estaba lleno de goteras. A los 10 años hacíamos lo posible para entrar a las películas de 12 años y nos entaconábamos y maquillábamos. Al final, un par de medias para llenar el acostumbrador. Ninguna de nosotras previó que el taquillero y el portero eran los mismos por lo menos en los últimos 4 años. Nosotras nos sentíamos cubiertas y siempre nos dejaban entrar.

Siempre me gustaron las películas musicales, al salir queríamos bailar a lo Flashdance o como lo hacían en Breakdance. Incluso compramos las sudaderas y nos reuníamos en la casa de un amigo a practicar la serpiente. Y es que los musicales tienen su encanto en todos sus formatos, Chicago tiene una coreografía sensacional, Saturday Nigth Fever,  Dirty Dancing y en teatro Cats es una delicia, más que por su historia, que generalmente es sencilla, no son guiones muy complejos, por su banda sonora y el montaje de las secuencias cantados y/o bailadas.


Me gustaría que en Colombia se produjeran más películas y puestas en escena de teatro musical a precios asequibles para el espectador. Esperemos a ver qué propuesta trae Delirio y si al fin despega el género en nuestro país. Además siempre quise producirlas, vamos a ver si desempolvo un par de libretos.




Luca Luciano
@zafarytv

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