Estaba preguntándome qué pasaría
si existiera opinión artística, no crítica artística, ni columnas culturales,
sino más bien, columnas que emularan las columnas en el periódico que versan de
temas políticos y económicos, los temas duros, los temas importantes. Y qué
pasaría si dentro de las columnas de opinión artística se manejara la crónica
como un género estrechamente ligado a las artes a través del libro de artista,
o libro de visitas a una exposición.
Cuenta la historia que hubo una
artista plástica de nuestro tiempo llamada Luca Luciano, la historia de su
nombre artístico es tan larga como sus obras de cuya tradición daremos cuenta.
Pues dicen los conocedores que la tal Luca fue una vez a parar al manicomio, la
pobre sufría de enfermedad bipolar, un eufemismo para la ampliamente conocida
maniaco-depresión.
Y puesta allí, generó tanto
resquemor entre las enfermeras porque no quería seguir su terapia. Hacer un
sinnúmero de trabajos manuales, fútiles, poco artísticos, por el mero hecho de
mantener ocupadas las manos. Esos objetos no llegaban ni a artesanías. Y dicen
que se le escuchó diciendo que ella, porque era una ella con pseudónimo de
hombre, como tantos que se han dado en la historia, que ella era una artista
profesional.
¿Pero qué es esto de ser una
artista profesional? Era la capacidad de mirar más allá de los límites de la
banalidad y rayar con la esencia de las cosas.
Apenas regresó Luca a su casa, su
hermano la estaba esperando con sendos lienzos de 30X30, se supone que para la
terapia el paciente está supeditado a hacer solo cosas pequeñas. Y entonces
Luca aceptó. Vamos a hacer terapia. Y oh sorpresa cuando sus manos, su cerebro
y sus emociones no respondían. Años de trabajo, de esfuerzo consciente para ser
artista profesional se habían ido a la basura.
Y entonces hizo caso omiso, y se
esforzó y pintó sin rabia, sin sueño, ni siquiera ternura y han salido las
obras de arte más horripilantes que se hayan visto jamás. Una amiga de la
artista que por suerte estudió psicología determinó que la obra a exponer era
la fea, la horripilante, que eran las transiciones de las emociones las que
importaban.
¿Pero cuáles emociones? – Espetó Luca,
si parecía un androide sin gusto, sin teoría del color, sin forma, sin
profundidad de campo, sin fuerza interpretativa, llámenlo como quieran, era una
situación absurda causada por el exceso de medicamentos para el control mental
en el cuerpo.
Y pasó el tiempo y Luca recuperó
sus facultades mentales y emocionales y entonces tuvo una idea, a estas obras
hay que echarles un retoque para ponerlas presentables para la venta. Y sucedió
el milagro, el hermano no volvió a plantear el tema de la terapia, ahora se
trataban de auténticas piezas de arte elaboradas por una artista profesional.
Y compró trés. Luca sacó del
cajón su epicrisis, lo fotocopió por trés y los dos asumieron que eso era la
carta de autenticiad de la obra. La amiga psicóloga se molestó porque ya no
hubo paciente sino artista. ¿Nombre de la obra? No dejes que me vean en este
estado tan lamentable.
Luca Luciano
@zafarytv
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